EVALUACIÓN INTEGRAL DEL RIESGO CARDIOVASCULAR EN LA MUJER

Lamentablemente las mujeres estamos poco representadas en la mayoría de los trabajos de investigación científica, somos poco escuchadas en la consulta médica, nuestros síntomas son frecuentemente subestimados porque son diferentes a los de los varones, los objetivos de tratamiento son menos estrictos y habitualmente no cumplen con las metas objetivo…por todo esto y mucho más… el Centro Médico Capital cree en la necesidad de incluir dentro de sus programas cardiovasculares uno diseñado exclusivamente para la mujer. 
Es evidente que las diferencias de género existen, no solo relacionados con los factores de riesgo y la fisiopatología, sino también las manifestaciones clínicas, evolución de las enfermedades cardiovasculares (ECV) y en los tratamientos.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) constituyen la principal causa de muerte en la mujer, mucho más frecuentes que todas las causas de cáncer combinadas juntas, sin embargo, durante mucho tiempo se ha considerado que estas enfermedades eran un problema exclusivo de los varones. Según diferentes encuestas realizadas en Latinoamérica, menos del 20% de las mujeres identifican a la ECV como la primera causa de muerte.

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En la Argentina, según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Salud de la Nación correspondiente al año 2017/18, del total de defunciones, la primera causa es la cardiovascular para ambos sexos: mujeres 29,2% y varones 27,7%. Esto significa que una tercera parte de las mujeres (29,2%) van a fallecer inexorablemente de causa cardiovascular.
El acceso de la mujer a la adecuada atención médica, suele ser tardía, no necesariamente porque lleguemos más tarde a la consulta que los varones, sino porque los síntomas de las mujeres habitualmente son infravalorados, su evolución suele cursar con peor pronóstico, cuando se prescribe un tratamiento es menos agresivo, lo que impide lograr el correcto efecto terapéutico.

 

Las mujeres tienen un 55% menos de probabilidades de participar en rehabilitación cardíaca, en gran medida por la falta de derivación del médico tratante.  De este modo, ser mujer podría representar un factor de riesgo adicional, cuando hablamos de enfermedad cardiovascular.
A su vez, al llegar a la menopausia, la mujer suele duplicar y hasta triplicar su riesgo de padecerla.
La prevalencia de demencia es mayor en la mujer en comparación con el hombre. Dos tercios de las personas diagnosticadas con demencia son mujeres. La enfermedad de Alzheimer no es únicamente neurodegenerativa sino tiene una importante relación con los factores de riesgo cardiovasculares, en especial con la hipertensión arterial (HTA).

Más allá de los factores de riesgo convencionales o tradicionales, existen condiciones clínicas que se asocian a incremento de riesgo cardiovascular  y que son más frecuentes en las mujeres, estas son las enfermedades autoinmunes como el Lupus Eritematoso Sistémico (LES), las enfermedades de la tiroides y aquellas exclusivas de la mujer como los  trastornos hipertensivos del embarazo, en especial la preeclampsia y eclampsia, la diabetes (DBT) gestacional y la menopausia. En particular los trastornos del embarazo resultan indicadores de riesgo futuro de padecer HTA y DBT, mas allá de que la presión arterial o glucemia se normalicen luego del parto.

Estos son los argumentos por los que debemos tomar conciencia y trabajar en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, identificar correctamente los factores de riesgo a través de un adecuado chequeo médico, lograr un óptimo control de la HTA y DBT, reducir el colesterol con fármacos con probada reducción de riesgo clínico si fuera necesario, lograr una adecuada alimentación, realizar actividad física y de estar presente el habito del tabaquismo trabajar en la cesación tabáquica. Tampoco debemos olvidar identificar otros factores de riesgo y tratarlos adecuadamente.